Por: Elcie González para People Music
En medio de un espectáculo que definitivamente, deslumbró por su calidad artística e interpretativa, el cantante español Raphael, volvió al escenario boricua con la misma energía y entrega artísticas que lo ha caracterizado durante años en casi todos los escenarios del mundo, aunque esta vez, su presentación en el Coliseo de Puerto Rico, fue sencillamente apoteósica y deslumbrante.
Por más de dos horas, y ante un público asombrosamente diverso que lo aclamó de principio a fin, el astro se lució entre canción y canción, mostrando una energía y fuerzas interpretativas subyugantes y, sobre todo, una potencia de voz capaz de evocar los mejores momentos de su trayectoria con una calidad interpretativa que él ha sabido conservar, a pesar del tiempo.
Vestido con frac negro que acentúo su elegante porte, a las 8 y 15 pm, el astro apareció en escena, elegante y reverencial y luego de concluir los conocidos acordes de “Yo soy aquel”, que anunciaron su llegada, se escuchó fuerte y vibrante su acostumbrada voz en los primeros temas de la noche: “Infinitos bailes”, “Loco por cantar” e ”Inmensidad”, acompañados magistralmente por la orquesta filarmónica de Puerto Rico, Arturo Somohano y de fondo una impresionante escenografía virtual que sirvió de marco perfecto a un espléndido repertorio en el que incluyó más de 30 temas y éxitos de su monumental trayectoria.
Una a una, apenas entre pequeñas pausas, para mostrar su agradecimiento con elegantes reverencias y siempre con una sonrisa, el “Divo de Linares”, lució esta noche, entre canción y canción, su gran dominio escénico e interpretativo. Hubo momentos cumbres que el público recibió con puro deleite. Precisamente en aquellas melodías que lo llevaron a la cima de su exitosa carrera como “Digan lo que digan”, “Mi gran noche”, “Estuve enamorado”, y “A que no te vas”, seguidas, sin parar, por la audiencia.
Con el dramatismo interpretativo que acostumbra a acompañar su canto, se escucharon igualmente “Sí, pero no”, “Adoro”. Otras interpretaciones desbordaron la nostalgia de los corazones, como durante la interpretación de aquel tango memorable del argentino, Carlos Gardel, acompañado de un solo de piano y del bandoneón, elemento distintivo del género que otorgó aún más belleza a la excelente interpretación que hizo el cantante de este número, mientras desde un antiguo radio en medio del escenario, se escuchaba la voz de Gardel que por momentos, se integraba a dúo con la del artista español como un esplendido regalo para la imaginación y el recuerdo. Luego le seguiría también, el tango “Malena”, melódico y evocador.
Pero las excelencias de esta noche inolvidable no pararon porque la fuerza interpretativa del cantante iba cada vez in crescendo como cuando interpretó, “Maravilloso corazón” y el público espontáneamente, y ya completamente subyugado, prendió con la luz de sus celulares la sala del Coliseo, siguiendo y apoyando la melodía con sus movimientos, a modo de grandes marejadas de luces blancas, una hermosísima imagen que quedara grabada por largo tiempo en la memoria de todos los que tuvieron la oportunidad de estar allí junto al famoso cantante.
Le siguieron “Cuando tú no estás”, “Estar enamorado”, “Gracias a la vida”, una de las canciones en la que exhibió nuevamente, el gran poder y vibrato de su voz. Luego tocó el turno a “Que nadie sepa mi sufrir”, acompañada por pasos de flamenco, y “La quiero a morir”, con solo de guitarra.
El segmento final del concierto, trajo consigo también, sorpresas como cuando el cantante interpretó “En carne viva”, y “Que sabe nadie”, y para este último, batuta en mano, reemplazó al director de la orquesta. Pero sin dudas, la más esperada fue “Yo soy aquel”, respaldada por visuales desde la gigantesca pantalla de fondo, que evocaban la trayectoria del artista a través de los años y que el interpretó con genuino entusiasmo, mientras en la sala todos la cantaban y aclamaban.
La velada llegó a su supuesto fin con una canción muy bien recibida para un público embriagado ya completamente de buena música y de una entrega que sentó, sin dudas, precedentes en la historia del espectáculo en la Isla, con el tema “Escandalo”, que arrebató literalmente a la gente y a la que el artista imprimió por momentos, toques de música urbana y rap, mientras siluetas de bailarines de rap desde la pantalla, hacían el complemento idóneo para la ocasión.
Luego de intentar despedirse, el cantante hubo de volver ante el reclamo unánime de un público que se negaba a despedir a su ídolo, que esta vez, volvió para cantar con su fuerza y garbo extraordinarios “Como yo te amo”, y ya casi al finalizar, lanzar un sutil y amoroso: “¡Puerto Rico los amo tanto! ¡Desde siempre y para siempre! pero, aun así, a petición del enardecido público, tuvo que regresar a tarima para cantar a capela algunas estrofas de “A mi manera”, una canción que esta noche, el famoso cantante, hizo completamente suya.