Exposición Crónica y Ficción del maestro Andrés Rodríguez Santos

Gran inauguración este miércoles 18 de noviembre del 2015, a las 7:30 pm

“Más que ruidos, los lienzos de Andrés Rodríguez Santos provocarían escándalos si llegaran a desvelarse, sin disfraz alguno.”

Andrés Rodríguez Santos
Crónica y Ficción
Noviembre 18, 2015

Precisamente por su particular despliegue iconográfico de genitalia y de pulsiones sexuales, Rodríguez Santos es un surrealista con todas las de la ley.

De haber nacido un siglo atrás, de hecho, habría sido uno de los privilegiados enfants terribles del selecto grupo de artistas reunido por el fundador del Surrealismo, el francés André Breton, en torno a sus manifiestos, revistas ilustradas y exposiciones. De hecho, el proceso pictórico de Andrés Rodríguez responde fielmente a una de las directrices fundamentales de aquel movimiento de Vanguardia, las referidas a destapar, libres del yugo de la razón y de la censura de la moral, las fantasías eróticas y los impulsos sexuales, que habitan sin excepción alguna, en la mente de cada persona.

Las escenas, igual de deudoras a las teorías de Freud que las de los grandes del Surrealismo, aparecen enmarcadas en espacios neutros de horizontes cercanos, vagamente identificables y tan desnudos como incógnitos, similares a los rincones escondidos del subconsciente humano, donde juegan a sus anchas las fantasías censuradas por la luz de la moral.

Estas férreas máscaras de la vergüenza, tan mojigatas por fuera y por dentro tan lascivas, son el símbolo del control y de la resistencia moral, que envueltas en un juego de tira y afloja, se funden sin remedio con el calor de la sangre, y se llegaría a un estado ideal extremo.

Femenino y masculino se emparejarían para poder disfrutar de una cópula perenne, alcanzando un estado de hermafroditismo que sólo en raras ocasiones se halla en la naturaleza.
Los personajes, los apasionantes fetiches rojos-uñas, labios, tacos y otras prendas-que atraen como un imán el apetito voraz de las fauces de los monstruos, serán aún lo más cercano a este arquetipo de lo bestial natural, jugando en su soledad al consuelo de la espera.