Por: Pedro Correa para People Music
23 años atrás, una joven rebelde se dio a conocer a la audiencia puertorriqueña con una interpretación controversial y llena de irreverencia. No obstante, esta fue inolvidable y dejó a muchos con el deseo de más.
Ahora, tan reciente como el pasado miércoles, 27 de enero, la estrella estadounidense Madonna le dio fin a la prolongada espera y llegó al Coliseo José Miguel Agrelot, en San Juan, para satisfacer a su público boricua con el primero de dos conciertos, que forman parte de su gira “Rebel Heart”.
Antes de que la “Reina del Pop” se exhibiera, a las 9:15 pm, el DJ canadiense Lunice entró al escenario, que era una pasarela en forma de cruz con un corazón al final, para reproducir una mezcla musical que duró una hora exacta. Aunque su presentación lució preparada y este mostró mucha energía, los espectadores no reciprocaron su entusiasmo. Los factores que pudieron contribuir a esto fueron el cansancio o, simplemente, que la gente ansiaba por ver a la “Chica Material”.
A las 11:06 pm, se reproduce un video en el que aparece Madonna en una cárcel, luciendo un traje de noche, abrigo de piel, un arreglo “hollywoodense” y cubierta en sangre. Además, el exboxeador Mike Tyson participó en la producción.
De momento, aparecen bailarines vestidos en armadura samurái y cargando unas lanzas en forma de crucifijo del subterráneo y se dirigieron hacia el principio de la tarima.
Y aquí, después de tres horas de espera, desciende Madonna de una jaula y en un kimono voluminoso rojo carmesí para interpretar “Iconic”, que es parte de su décima tercera producción musical, la cual lleva el nombre de la gira.
La cantante siguió la jornada musical con los temas “Bitch, I’m Madonna”, en la cual las bailarinas japonesas AyaBambi entraron para bailar al ritmo de la pegajosa canción. “Burning Up” fue la canción que siguió, en la que esta tocó la guitarra eléctrica.
El espectáculo continuó con las interpretaciones de “Holy Water”, en la que aparecieron varias bailarinas como monjas en prendas provocativas y realizaron una coreografía sensual. Luego, siguió “Vogue” y “Devil Pray”, en la que apareció un hombre vestido de sacerdote atado a un asiento y una mesa dorada con candelabros y velas, aludiendo a La Última Cena de Leonardo da Vinci.
“Messiah” y “Body Shop” fueron las siguientes canciones que entonaron, luego, la artista sustentó una jovial conversación.
“¡Boricua!”, gritó Madonna mientras los espectadores vitorearon con alegría.
“¿Cuántos años han sido, 22 o 23 [años]?”, esta cuestiona mientras el público responde “¡23!” al unísono.
“Eso es no bueno, han sido 23 malditos años, ¿Por qué se tardaron tanto?” expresó Madonna. De igual manera, añadió que se sentía triste porque hubo mucha demora para poder compartir su “body shop” [taller de hojalatería y pintura]. Por consiguiente, algunos de los bailarines comienzan a modelar sus torsos esculpidos, mostrando los resultados de este particular establecimiento.
Por otra parte, esta culmina esta sección comentado que la palabra clave de la noche era “compartir” y que seguirá la conversación cuando se encuentre “embriagada de amor y pasión”.
Para seguir dando rienda a la función, Madonna interpretó temas más nostálgicos como “True Blue”, “Deeper and Deeper”, “Like a Virgin” “La Isla Bonita”, tema en la que tuvo desperfectos con la vestimenta con motivo latinoamericano y el sonido, y “Dress You Up”.
Entre las canciones anteriores, también se entrelazaron temas más contemporáneos como “Heartbreak City”, “S.E.X” y “Living for Love”, en la que apareció con una capa de seda fucsia, que cubría un elaborado uniforme de torero.
Para ambientar el recinto y motivar a aquellos que “luchan por lo que creen”, la intérprete se sentó con una guitarra acústica para “Rebel Heart”, balada en la que se proyectó varias obras de arte que reflejaban su trayectoria e hipnotizó al público.
Tras retirarse para cambiar de vestuario, sus bailarines aparecieron vestidos en traje de etiqueta para llevar a cabo impresionantes acrobacias, a la “Cirque du Soleil”, al ritmo de “Illuminati”.
Para transcurrir la noche, el escenario cambia a una barra, dándole un toque “vintage” como los filmes de Great Gatsby y Cabaret. Entonces, Madonna apareció en un brilloso maillot con flecos repletos de cristales. Desde este momento, interpretó “Music”, “Candy Shop” y “Material Girl”.
Entretanto, la artista se detuvo con un ramo de flores para lanzarlo a la audiencia.
“Tienes que pelear por ella, como si fueran a luchar por mí”, exclamó Madonna. Finalmente, lanzó el arreglo floral y cayó en las manos de “Peter”, un joven que se encontraba cerca de la pasarela.
“Primera pregunta, ¿tienes carro?” preguntó. Peter le respondió que sí. Luego, tras preguntarle si tenía trabajo, él le afirmó y los presentes revelaron que trabaja como publicista.
“Vaya, algo similar a lo que yo hago”, le contestó con un tono cínico.
“Ahora, la última pregunta, ¿eres activo o pasivo?”, pregunto mientras que la audiencia se rió y le aplaudió por la picardía que la distingue. Este le responde que es “activo”.
“Tenemos un problema, porque yo siempre estoy arriba”, expresó y el público vitoreó.
Próximamente, esta mostró sus dotes de cantar en francés tras realizar un “cover” de “La Vie en Rose”, tema reconocido de la póstuma Edith Piaf y que se la dedicó a “todos los activos y pasivos en este mundo y todos lo que se encuentran entre ellos, porque el gozo de la vida es encontrarse en ese sándwich”.
La excursión musical culminó con “Unapologetic Bitch” y “Holiday” y Madonna se despidió con un simple “gracias y adiós”. Sepan que el suceso que llevó a cabo durante el “Girlie World Tour” en 1993 ya es asunto del pasado.
La producción de este concierto fue impresionante, visualmente, se puede describir como algo orgásmico por lo colorido y seductor que lució. Aunque hubo algunos desperfectos con el sonido, dado que algunas canciones no se pudieron escuchar claramente, estos factores no arruinaron una noche memorable y satisfactoria para muchos.